Por dónde comenzar!! Vamos por los hechos. Día martes, se
iba la tarde, llegaba la noche cerca del trópico, y el colectivo se detuvo
sobre la ruta 50, cerca del ingenio El Tabacal, ante una larga cola de
vehículos. Sabía del asunto del corte de ruta, me dijeron en la empresa de bus
antes de salir que había una hora de demora, así que con la paciencia que me
caracteriza aguanté arriba del micro mientras escuchaba lo nuevo de Las Pelo’ y
jugaba al buscaminas. Pasada hora y pico de que estábamos parados, y viendo por
la ventanilla que mucha gente pasaba a pie, me comuniqué con mis contactos en
Orán, me dijeron que la cosa venía para largo, así que decidí caminar para sortear
el piquete a pie, así me buscaban del otro lado.
Fui el primero en tomar esa decisión en el colectivo, por detrás
de mío parecía que dos señoras iban a ser las siguientes. Bolso en un hombro,
pc en el otro, y carpetita vende humo del STF en mano, comencé a caminar por el
carril izquierdo de la ruta. Noche hermosa, estrellada, luna en cuarto
menguante y aire tropical. Los primeros metros sentí una sensación de estar en
un filme yanqui en que está por caer un cometa en la ciudad y el protagonista
opta por huir a pie en medio del embotellamiento que se forma de gente desesperada
tratando de escaparle a la muerte. Sólo me faltaba la compañera. La siguiente sensación
fue de un poco de temor, tantos autos y camiones en la fila, la oscuridad
inmensa del firmamento, mi soledad literal magnificada por mi extranjería, y mi
largo equipaje, me hacían una presa copada. Luego de unos metros el miedo pasó
a risa, pues fui testigo de cómo muchos aprovecharon para desnudar sus
intimidades: algunos, subidos en sus vehículos, solos, a oscuras y con Sin
Banderas al palo, pensando en alguien más seguramente; otros más corporativos se
agrupaban y desde el celu reproducían alguna cumbita, hasta se les debe haber
dado por encarar a alguna improvisada mochilera que pasara por sus fauces, la
situación daba para salir en ganador, por lo menos de sonrisas, con lo mucho
que ello ya significa; otros agarraron la valentía y el celu y aprovecharon la
sensibilidad social para meter llamados románticos y/o de levante. ¡Es una
linda especie el varón! Sin embargo el miedo volvió. Claro, en mi afán de ir
por la banquina del carril izquierdo para evitar que algún motoquero ambientalista
que ahorre electricidad me lleve puesto, casi que me mezclaba con la verde yunga,
y a veces la melodía mansa del arroyo que corría a mi lado saturaba por bruscos
movimientos, entre la penumbrosa y próxima selva, de ¿animales? a los que mi
cabeza rápidamente asignó características salvajes. Era la clásica de dibujos
animados, solamente veía ojitos espiándome. Y … el trópico tiene ese no sé qué.
Me tiré más para adentro de la ruta, posta que estaba cagado.
Ya acercándome a la zona de impacto liberé mis pulsiones adrenalínicas
y me pregunté: loco, qué onda? Me puedo comer una cagada aquí? Me pedirán
guita? Me cobrarán algún bolso? Podré pasar? Pero fiel a mi costumbre, también
tuve tiempo para elegir mi make up y acting ante el peligro y la adversidad, es
que me gusta perder con dignidad, así que decidí intentar mirar a la cara a
todos lo que pudiera, y ver más allá de mis cercanías, esto último lo aprendí
de un libro. Cuando me acerqué a los primeros tachos con fuego uno de los grandotes
que hacía de barrera humana, hasta casi gentilmente diría, se movió y esbozó
una mueca de “pase Ud.”. Una vez pasada la parte sur del corte miré para ambos
lados, onda Jason Bourne, para tener noción de personajes y distancias. A la
derecha estaba la entrada al Ingenio, había carpas y familias enteras. A la
izquierda, ¡a unos 100 metros! unos policías parados, no eran más de tres,
estaban medio de costeleta encima, casi de espaldas. ¿Qué onda? me dije, si
alguno se pone en loquito aquellos ni se van a enterar. Supongo que la idea de
que estén ahí es para por lo menos garantizar la libertad ambulatoria. Empecé a
levantar temperatura. La careteada me indigna. Continué. Se sentía una energía muy
pesada y fea. Parecía la frontera entre la justicia y el abuso. El fuego y las
luces molestaban. La oscuridad en ambos horizontes también. El silencio era
ruidoso, y el ruido no decía nada. El clima era tenso, todo estaba muy
inflamable, cualquier chispazo de histeria terminaba en tragedia. Pasé por el
epicentro. Estaban los capos. Con estos me atreví poco a verlos. Me sentía un
periodista extremo en un documental de algún tiempo pasado que no queremos que
vuelva. Había una radio prendida entre ellos y se escuchaba que un locutor
decía “dicen que los manifestantes están armados”, a lo que uno de ellos, palo
en mano ironizó con un “armados hasta los dientes”, mientras otro largó un
insulto. Yo atiné a reírme. Fue lo que me salió. Ya me sentía dentro de una película
yanqui de acción (asfalto, luces amarillas y barriles con fuego). Llegando al
final de la “yellow zone”, en el extremo norte del corte, me la vi más
complicada. Había un grupito de “nenes malos” apostados de lado a lado de la
ruta y sólo un pasillo en medio de una bandera era el puente hacia la oscura
libertad exterior del otro extremo del piquete. Para el colmo, cuando empecé a
encarar para el hueco, uno de ellos como que empezó a cruzarse. Mi negativismo
decía que venía a encararme, mis ansias de libertad se esfumaban, y ahí sí que no
había terceros imparciales. Sin embargo se frenó y pasé como un rayo. Hasta
sentí escalofríos en cuanto me supe más allá del límite, como si hubiese escapado
de un secuestro, ¡safé! dije del otro lado. Agradecí a Dios. Continué unos
metros y vi a unos gendarmes del lado izquierdo de la ruta, donde estaba la
otra cola de autos, la que quería ir al sur. Me seguí maquinando de bronca.
Pero tuve tiempo para la reflexión: la tensión que se respiraba en ese lugar no
la había sentido en mi vida. Era tal el grado de excitación en la gente que
cualquier error de cálculo hubiese provocado una catástrofe. Fuegos, palos,
policía, gendarmería, sindicalistas, frustraciones y rabia decoraban un
escenario perfecto.
Una vez en auto, llegando a Orán, con hambre, y después de
haber vomitando algunas ideas, me topé con otro corte en la entrada a la
ciudad. Más chico obviamente. Eran empleados de EDESA. Entre ellos, uno que
simulaba una crucifixión (sin clavos, con sogas). La verdad que no sabía si pensar
si la bayasprinia me había pegado mal, o si las sospechas de filme no eran tan descabelladas,
o si creer que el norte era capaz de desatar tanta locura junta. Y no termina
ahí, como quien se envalentona por la lucha de sus pares, jornada siguiente leo
en el matutino digital que un grupo de “quebrachos” amenazaba con cortar la
ruta 34 entre Mosconi y Tartagal exigiendo a la Provincia mayor participación
en la ejecución de las obras a realizarse con el Fondo de Reparación Histórica,
a las que cabe destacar que el municipio las licita, y la empresa que “gana”
las subcontrata. Esto es joda viejo. Mañana convoco a jóvenes abogados y
paramos la peatonal oranense hasta que no se nos pague efectivamente el mínimo
ético en las consultas (juaaaaaaaaz!!! contate otro de abogados).
¿Y las instituciones? Te cuento un poco. Jurídicamente
podríamos decir que el paro del sindicato de los tabacaleros, al no haber
acatado la conciliación obligatoria, está configurando una huelga ilegal, a más
de su extensión. Ni hablar, si después de una semana de paro, (pidiendo que se
reintegre a 57 empleados despedidos con justa causa -según la empleadora-, y
que se “levanten” –como si se pudiera- las causas penales abiertas a 10 ex
empleados –con lindos antecedentes-), en la que se generó pérdidas materiales millonarias
a productores, comerciantes y profesionales (entre otros), daños físicos a
otros (y morales a todos), pérdida del empleo a empleados rurales, pérdida de días
de clases a estudiantes, y mil demases (que ni ganas dan de escribirlos), y
siendo que la postura de estos amigos es la misma. Lisa y llanamente un abuso del
derecho constitucional a la huelga, por su ejercicio irregular, antisocial,
etc., en detrimento de innumerables derechos y garantías constitucionales. Bue,
volviendo a lo de la institucionalidad, cómo hago valer mis derechos sería la
pregunta … fácil, la respuesta, meto un amparo (acción expedita y excepcional
pa garantizar con la mayor celeridad posible los derechos más preciados que me
están siendo violados) y el juez (como la cuestión no tiene gollete, sea por el
lado que se la mire) debería resolver a mi favor, ordenando que cese la
restricción o la violación que estoy sufriendo, y autorizar, para el caso que sea
necesario, el auxilio de la fuerza pública a fin de dar cumplimiento a la medida.
¡Ahí está el problema! La gran Poncio Pilatos, se borraron todos como siempre. En
el Juzgado Federal se las tomaron todos, hasta apareció un juez subrogante.
A ver, nos ordenemos, hagamos rewind. Hace unos años hubo un
paro de unos empleados municipales, quienes cortaron la ruta del vino justo en
las vísperas de la serenata a Cafayate. No hubo acuerdo con el Ejecutivo por lo
que intervino el Judicial y, en conjunto con el primero, decidieron mandar a
levantar el paro con la ayuda de gendarmería. Peeeero, llegó un llamadito de Jefatura
de Gabinete de la Nación, híbrida si las hay, con el siguiente mensaje “escuchame
papá, Gendarmería no se mueve de Santiago del Estero”. Y claro, la Policía
Provincial no alcanzaba en calidad ni cantidad como para hacerse cargo del
asunto. En conclusión, si todo lo que puede y debe decidir uno depende de la “voluntad
política” del de turno, ¿de qué mierda se habla cuando se dice que los Poderes
son independientes?
En sintonía con el tema que nos ocupa, digo, si el Gobernador,
el día más crudo de la protesta, se va de viaje, para encarar a la Nación a fin
que de una mano deberíamos aplicar el famoso cliché de “entonces de bailar ni
hablemos”. A todo eso, agregale que ahora Cristina no quiere que los gendarmes se
maten para solucionar temas boludos de los gobernadores –sí, literalmente, como
pasó hace poco en un triple choque en Chubut- claro, pero omite absolutamente que
las rutas argentas, causa principal por la que se mataron esos pobres
oficiales, son una garcha (obvio que de Bs. As. A Córdoba le metés tranka por
la autopista que está todo bien), que sumada a la falta de educación y a la imprudencia,
son trágicas noticias casi todos los días. Si sirve como dato, de Salta a
Buenos Aires el único sector de autopista de la ruta 34 está en esta Provincia,
mientras que en Santiago y Santa Fe te sacuden 5 mangos, y encima los cara de
palo te ponen el peaje en medio del sector con más baches y pupos de la ruta ...
(garcame y decime argento).
En fin, tenías razón Aníbal, los radares que piden en el
norte no tienen razón de ser, si el Juzgado Federal (único por ahora en
semejante zona crítica) no tiene más de 6 empleados, ¿con qué logística vas a bajar
los aviones narcos que detectás? El tema es que justamente te vas de mambo
bigote, porque querés caretear la legalización progre de drogas blandas con el
pretexto de ocuparte realmente de los narcos, ja, sí claro, con gendarmería a
500 km. de la frontera, y los que logran llegar a la zona caliente hacen la
diferencia con las cometas porque si no se prenden son boleta. Qué absurdo, te
olvidaste de contar eso en tu libro, justo que es de “otras yerbas”.
Igual, no victimicemos sólo al Judicial. En el mundo del
revés hay lugar para que todos sean maltratados. Hubo un tiempo en que gobernó
el Judicial a partir de sus sentencias, diciendo lo que el Ejecutivo no hacía y
lo que el Legislativo no se animaba a decir, un poco por la minoría oficial, pero
mucho por la cobardía individual que esconden los bloques (ser uno más de
ciento y pico relaja). Así las cosas, lo que debía debatirse por nuestros
representantes y consagrarse en ley, terminaba en fallo de los notables, tan
poco callejeros ellos. Y así, un estado era condenado a proporcionar agua y vivienda
a una familia originaria, derechos humanos básicos, en los libros, pero ahora, ¿les
toca a ellos decir eso? Se armó la perinola y todos quieren, y a competirle el
record de juicios al corralito. El problema de fondo son los aires yanquis del stare
decisis. Aunque a veces les viene una amnesia arbitraria, porque cuando quieren
te dicen que te reglamentan un artículo del Código Penal a través de un fallo.
No seamos ingenuos, tampoco es que una ley te ordena las conductas. Si no
pueden hacerlo los semáforos … desconfío de las letras. Ahora te van a multar
cuando te pares encima en la senda peatonal de las avenidas, pero en las calles
normales (la gran mayoría) mantenemos la misma tónica, tiene paso el que mete
la trompa más adelante, y el peatón que se cague. Suponer tanto la psicología
de las conductas no sirve. Mirá sino al pibe que lo denunciaron por violencia
de género un domingo y al toque el juez por teléfono ordenó que la policía lo
saque de su casa (sí la que él compró solito), y le quite la tenencia
provisoria de los hijos que él estaba criando (mientras la jermu andaba de
caravana). Y bue, a pelarse, la ley lo autoriza, el tema es que a la denuncia
que él hizo primero (sobre a realidad de las cosas) no le dieron bola. Todavía
tiene la cara arañada. Por eso, palmas para Anibal y sus proyectos. Aunque
ahora que pienso ¿no la estará careteando para levantar minitas eh? Como fuere,
si cree que puede regular con leyes problemas que quedan a 2000 kilómetros de su
oficina, es seguir negándonos.
Y así todos. Basta de acumular leyes que nadie cumple,
busquemos educar conductas. No como los carteles publicitarios de Urtubey que humeaban
que más escuelas es mejor educación. No papá, los docentes tienen que cobrar re
contra bien pa que pongan todo su empeño en enseñar con el mayor amor del mundo
y así los pibes se eduquen de verdad.
Somos un quilombo Argentina. Somos tan distintos todos que
no podemos nunca ponernos de acuerdo ni en las 6, 7, 8 (cuac!) cuestiones más
básicas y objetivas de un Estado, por eso siempre tus ideas me van a parecer
autoritarias y a vos lo mismo las mías. Nuestra democracia es “alto contrato”
multilateral en el que ninguna de las partes cumple.
La termino con chiste. Entre los que están más furiosos con
el asunto del piquete son los amigos bagayeros jaja. Justo ellos que trabajan
al margen de la legalidad están re calientes con un corte que de legalidad ya
no tiene nada. Hasta están pensando en hacerles una especie de contra paro. ¡El
colmo de los colmos! Otra que Moyano a “los del campo”.
“La gente decente es diferente”. Al fin y al cabo lo único
que quiero es que no me chamullen con lo de la institucionalidad, cuando es
obvio que de sus ánimos dependemos todos, hasta la plata que nos corresponde. Así
que te advierto, si no conocés del palo y no estás en el rodeo, no hablés de
paz social, redistribución, drogas, género, alquiler de vientres, federalismo,
justicia. Porque violencia … “violencia es mentir”.
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piqueteros somos todos …
aunque éstos se adjudiquen ser de la selección argenta |

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