lunes, 27 de agosto de 2012

Argentina, un país con buena gente.


Por dónde comenzar!! Vamos por los hechos. Día martes, se iba la tarde, llegaba la noche cerca del trópico, y el colectivo se detuvo sobre la ruta 50, cerca del ingenio El Tabacal, ante una larga cola de vehículos. Sabía del asunto del corte de ruta, me dijeron en la empresa de bus antes de salir que había una hora de demora, así que con la paciencia que me caracteriza aguanté arriba del micro mientras escuchaba lo nuevo de Las Pelo’ y jugaba al buscaminas. Pasada hora y pico de que estábamos parados, y viendo por la ventanilla que mucha gente pasaba a pie, me comuniqué con mis contactos en Orán, me dijeron que la cosa venía para largo, así que decidí caminar para sortear el piquete a pie, así me buscaban del otro lado.
Fui el primero en tomar esa decisión en el colectivo, por detrás de mío parecía que dos señoras iban a ser las siguientes. Bolso en un hombro, pc en el otro, y carpetita vende humo del STF en mano, comencé a caminar por el carril izquierdo de la ruta. Noche hermosa, estrellada, luna en cuarto menguante y aire tropical. Los primeros metros sentí una sensación de estar en un filme yanqui en que está por caer un cometa en la ciudad y el protagonista opta por huir a pie en medio del embotellamiento que se forma de gente desesperada tratando de escaparle a la muerte. Sólo me faltaba la compañera. La siguiente sensación fue de un poco de temor, tantos autos y camiones en la fila, la oscuridad inmensa del firmamento, mi soledad literal magnificada por mi extranjería, y mi largo equipaje, me hacían una presa copada. Luego de unos metros el miedo pasó a risa, pues fui testigo de cómo muchos aprovecharon para desnudar sus intimidades: algunos, subidos en sus vehículos, solos, a oscuras y con Sin Banderas al palo, pensando en alguien más seguramente; otros más corporativos se agrupaban y desde el celu reproducían alguna cumbita, hasta se les debe haber dado por encarar a alguna improvisada mochilera que pasara por sus fauces, la situación daba para salir en ganador, por lo menos de sonrisas, con lo mucho que ello ya significa; otros agarraron la valentía y el celu y aprovecharon la sensibilidad social para meter llamados románticos y/o de levante. ¡Es una linda especie el varón! Sin embargo el miedo volvió. Claro, en mi afán de ir por la banquina del carril izquierdo para evitar que algún motoquero ambientalista que ahorre electricidad me lleve puesto, casi que me mezclaba con la verde yunga, y a veces la melodía mansa del arroyo que corría a mi lado saturaba por bruscos movimientos, entre la penumbrosa y próxima selva, de ¿animales? a los que mi cabeza rápidamente asignó características salvajes. Era la clásica de dibujos animados, solamente veía ojitos espiándome. Y … el trópico tiene ese no sé qué. Me tiré más para adentro de la ruta, posta que estaba cagado.
Ya acercándome a la zona de impacto liberé mis pulsiones adrenalínicas y me pregunté: loco, qué onda? Me puedo comer una cagada aquí? Me pedirán guita? Me cobrarán algún bolso? Podré pasar? Pero fiel a mi costumbre, también tuve tiempo para elegir mi make up y acting ante el peligro y la adversidad, es que me gusta perder con dignidad, así que decidí intentar mirar a la cara a todos lo que pudiera, y ver más allá de mis cercanías, esto último lo aprendí de un libro. Cuando me acerqué a los primeros tachos con fuego uno de los grandotes que hacía de barrera humana, hasta casi gentilmente diría, se movió y esbozó una mueca de “pase Ud.”. Una vez pasada la parte sur del corte miré para ambos lados, onda Jason Bourne, para tener noción de personajes y distancias. A la derecha estaba la entrada al Ingenio, había carpas y familias enteras. A la izquierda, ¡a unos 100 metros! unos policías parados, no eran más de tres, estaban medio de costeleta encima, casi de espaldas. ¿Qué onda? me dije, si alguno se pone en loquito aquellos ni se van a enterar. Supongo que la idea de que estén ahí es para por lo menos garantizar la libertad ambulatoria. Empecé a levantar temperatura. La careteada me indigna. Continué. Se sentía una energía muy pesada y fea. Parecía la frontera entre la justicia y el abuso. El fuego y las luces molestaban. La oscuridad en ambos horizontes también. El silencio era ruidoso, y el ruido no decía nada. El clima era tenso, todo estaba muy inflamable, cualquier chispazo de histeria terminaba en tragedia. Pasé por el epicentro. Estaban los capos. Con estos me atreví poco a verlos. Me sentía un periodista extremo en un documental de algún tiempo pasado que no queremos que vuelva. Había una radio prendida entre ellos y se escuchaba que un locutor decía “dicen que los manifestantes están armados”, a lo que uno de ellos, palo en mano ironizó con un “armados hasta los dientes”, mientras otro largó un insulto. Yo atiné a reírme. Fue lo que me salió. Ya me sentía dentro de una película yanqui de acción (asfalto, luces amarillas y barriles con fuego). Llegando al final de la “yellow zone”, en el extremo norte del corte, me la vi más complicada. Había un grupito de “nenes malos” apostados de lado a lado de la ruta y sólo un pasillo en medio de una bandera era el puente hacia la oscura libertad exterior del otro extremo del piquete. Para el colmo, cuando empecé a encarar para el hueco, uno de ellos como que empezó a cruzarse. Mi negativismo decía que venía a encararme, mis ansias de libertad se esfumaban, y ahí sí que no había terceros imparciales. Sin embargo se frenó y pasé como un rayo. Hasta sentí escalofríos en cuanto me supe más allá del límite, como si hubiese escapado de un secuestro, ¡safé! dije del otro lado. Agradecí a Dios. Continué unos metros y vi a unos gendarmes del lado izquierdo de la ruta, donde estaba la otra cola de autos, la que quería ir al sur. Me seguí maquinando de bronca. Pero tuve tiempo para la reflexión: la tensión que se respiraba en ese lugar no la había sentido en mi vida. Era tal el grado de excitación en la gente que cualquier error de cálculo hubiese provocado una catástrofe. Fuegos, palos, policía, gendarmería, sindicalistas, frustraciones y rabia decoraban un escenario perfecto.
Una vez en auto, llegando a Orán, con hambre, y después de haber vomitando algunas ideas, me topé con otro corte en la entrada a la ciudad. Más chico obviamente. Eran empleados de EDESA. Entre ellos, uno que simulaba una crucifixión (sin clavos, con sogas). La verdad que no sabía si pensar si la bayasprinia me había pegado mal, o si las sospechas de filme no eran tan descabelladas, o si creer que el norte era capaz de desatar tanta locura junta. Y no termina ahí, como quien se envalentona por la lucha de sus pares, jornada siguiente leo en el matutino digital que un grupo de “quebrachos” amenazaba con cortar la ruta 34 entre Mosconi y Tartagal exigiendo a la Provincia mayor participación en la ejecución de las obras a realizarse con el Fondo de Reparación Histórica, a las que cabe destacar que el municipio las licita, y la empresa que “gana” las subcontrata. Esto es joda viejo. Mañana convoco a jóvenes abogados y paramos la peatonal oranense hasta que no se nos pague efectivamente el mínimo ético en las consultas (juaaaaaaaaz!!! contate otro de abogados).
¿Y las instituciones? Te cuento un poco. Jurídicamente podríamos decir que el paro del sindicato de los tabacaleros, al no haber acatado la conciliación obligatoria, está configurando una huelga ilegal, a más de su extensión. Ni hablar, si después de una semana de paro, (pidiendo que se reintegre a 57 empleados despedidos con justa causa -según la empleadora-, y que se “levanten” –como si se pudiera- las causas penales abiertas a 10 ex empleados –con lindos antecedentes-), en la que se generó pérdidas materiales millonarias a productores, comerciantes y profesionales (entre otros), daños físicos a otros (y morales a todos), pérdida del empleo a empleados rurales, pérdida de días de clases a estudiantes, y mil demases (que ni ganas dan de escribirlos), y siendo que la postura de estos amigos es la misma. Lisa y llanamente un abuso del derecho constitucional a la huelga, por su ejercicio irregular, antisocial, etc., en detrimento de innumerables derechos y garantías constitucionales. Bue, volviendo a lo de la institucionalidad, cómo hago valer mis derechos sería la pregunta … fácil, la respuesta, meto un amparo (acción expedita y excepcional pa garantizar con la mayor celeridad posible los derechos más preciados que me están siendo violados) y el juez (como la cuestión no tiene gollete, sea por el lado que se la mire) debería resolver a mi favor, ordenando que cese la restricción o la violación que estoy sufriendo, y autorizar, para el caso que sea necesario, el auxilio de la fuerza pública a fin de dar cumplimiento a la medida. ¡Ahí está el problema! La gran Poncio Pilatos, se borraron todos como siempre. En el Juzgado Federal se las tomaron todos, hasta apareció un juez subrogante.
A ver, nos ordenemos, hagamos rewind. Hace unos años hubo un paro de unos empleados municipales, quienes cortaron la ruta del vino justo en las vísperas de la serenata a Cafayate. No hubo acuerdo con el Ejecutivo por lo que intervino el Judicial y, en conjunto con el primero, decidieron mandar a levantar el paro con la ayuda de gendarmería. Peeeero, llegó un llamadito de Jefatura de Gabinete de la Nación, híbrida si las hay, con el siguiente mensaje “escuchame papá, Gendarmería no se mueve de Santiago del Estero”. Y claro, la Policía Provincial no alcanzaba en calidad ni cantidad como para hacerse cargo del asunto. En conclusión, si todo lo que puede y debe decidir uno depende de la “voluntad política” del de turno, ¿de qué mierda se habla cuando se dice que los Poderes son independientes?
En sintonía con el tema que nos ocupa, digo, si el Gobernador, el día más crudo de la protesta, se va de viaje, para encarar a la Nación a fin que de una mano deberíamos aplicar el famoso cliché de “entonces de bailar ni hablemos”. A todo eso, agregale que ahora Cristina no quiere que los gendarmes se maten para solucionar temas boludos de los gobernadores –sí, literalmente, como pasó hace poco en un triple choque en Chubut- claro, pero omite absolutamente que las rutas argentas, causa principal por la que se mataron esos pobres oficiales, son una garcha (obvio que de Bs. As. A Córdoba le metés tranka por la autopista que está todo bien), que sumada a la falta de educación y a la imprudencia, son trágicas noticias casi todos los días. Si sirve como dato, de Salta a Buenos Aires el único sector de autopista de la ruta 34 está en esta Provincia, mientras que en Santiago y Santa Fe te sacuden 5 mangos, y encima los cara de palo te ponen el peaje en medio del sector con más baches y pupos de la ruta ... (garcame y decime argento).
En fin, tenías razón Aníbal, los radares que piden en el norte no tienen razón de ser, si el Juzgado Federal (único por ahora en semejante zona crítica) no tiene más de 6 empleados, ¿con qué logística vas a bajar los aviones narcos que detectás? El tema es que justamente te vas de mambo bigote, porque querés caretear la legalización progre de drogas blandas con el pretexto de ocuparte realmente de los narcos, ja, sí claro, con gendarmería a 500 km. de la frontera, y los que logran llegar a la zona caliente hacen la diferencia con las cometas porque si no se prenden son boleta. Qué absurdo, te olvidaste de contar eso en tu libro, justo que es de “otras yerbas”.
Igual, no victimicemos sólo al Judicial. En el mundo del revés hay lugar para que todos sean maltratados. Hubo un tiempo en que gobernó el Judicial a partir de sus sentencias, diciendo lo que el Ejecutivo no hacía y lo que el Legislativo no se animaba a decir, un poco por la minoría oficial, pero mucho por la cobardía individual que esconden los bloques (ser uno más de ciento y pico relaja). Así las cosas, lo que debía debatirse por nuestros representantes y consagrarse en ley, terminaba en fallo de los notables, tan poco callejeros ellos. Y así, un estado era condenado a proporcionar agua y vivienda a una familia originaria, derechos humanos básicos, en los libros, pero ahora, ¿les toca a ellos decir eso? Se armó la perinola y todos quieren, y a competirle el record de juicios al corralito. El problema de fondo son los aires yanquis del stare decisis. Aunque a veces les viene una amnesia arbitraria, porque cuando quieren te dicen que te reglamentan un artículo del Código Penal a través de un fallo. 
No seamos ingenuos, tampoco es que una ley te ordena las conductas. Si no pueden hacerlo los semáforos … desconfío de las letras. Ahora te van a multar cuando te pares encima en la senda peatonal de las avenidas, pero en las calles normales (la gran mayoría) mantenemos la misma tónica, tiene paso el que mete la trompa más adelante, y el peatón que se cague. Suponer tanto la psicología de las conductas no sirve. Mirá sino al pibe que lo denunciaron por violencia de género un domingo y al toque el juez por teléfono ordenó que la policía lo saque de su casa (sí la que él compró solito), y le quite la tenencia provisoria de los hijos que él estaba criando (mientras la jermu andaba de caravana). Y bue, a pelarse, la ley lo autoriza, el tema es que a la denuncia que él hizo primero (sobre a realidad de las cosas) no le dieron bola. Todavía tiene la cara arañada. Por eso, palmas para Anibal y sus proyectos. Aunque ahora que pienso ¿no la estará careteando para levantar minitas eh? Como fuere, si cree que puede regular con leyes problemas que quedan a 2000 kilómetros de su oficina, es seguir negándonos.

Y así todos. Basta de acumular leyes que nadie cumple, busquemos educar conductas. No como los carteles publicitarios de Urtubey que humeaban que más escuelas es mejor educación. No papá, los docentes tienen que cobrar re contra bien pa que pongan todo su empeño en enseñar con el mayor amor del mundo y así los pibes se eduquen de verdad.
Somos un quilombo Argentina. Somos tan distintos todos que no podemos nunca ponernos de acuerdo ni en las 6, 7, 8 (cuac!) cuestiones más básicas y objetivas de un Estado, por eso siempre tus ideas me van a parecer autoritarias y a vos lo mismo las mías. Nuestra democracia es “alto contrato” multilateral en el que ninguna de las partes cumple.
La termino con chiste. Entre los que están más furiosos con el asunto del piquete son los amigos bagayeros jaja. Justo ellos que trabajan al margen de la legalidad están re calientes con un corte que de legalidad ya no tiene nada. Hasta están pensando en hacerles una especie de contra paro. ¡El colmo de los colmos! Otra que Moyano a “los del campo”.
“La gente decente es diferente”. Al fin y al cabo lo único que quiero es que no me chamullen con lo de la institucionalidad, cuando es obvio que de sus ánimos dependemos todos, hasta la plata que nos corresponde. Así que te advierto, si no conocés del palo y no estás en el rodeo, no hablés de paz social, redistribución, drogas, género, alquiler de vientres, federalismo, justicia. Porque violencia … “violencia es mentir”.

piqueteros somos todos …
aunque éstos se adjudiquen ser de la selección argenta 


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