“Haceme transparente, decime por dónde es, los huecos de la mente confunden al andar”.
¿Sería suficiente, a los fines de evitar la
extinción del hombre por el hombre, reducirlo todo a un ideal en el que no
importe más que la transparencia -sea como fuese que se gobierne, sea como fuese
que se trabaje, sea como fuese que se juzgue, sea como fuese que se enseñe, sea como
fuese que se aprenda, sea como fuese que se conviva, sea como fuese que se ame-?
A priori, en un mundo dominado por seres como el
humano, parece esto utópico pues en los últimos tiempos aquél se ha empeñado
tanto en texturar su realidad y aquella con la cual convive, que hoy en el
juego del libre mercado de valores la honestidad cotiza como el diamante.
La saturación histérica cotidiana que aturde las mentes
hace que las transparencias sean capaces de brillar entre las almas oscuras e
incluso tapar lo oscuro de las almas transparentes. Pero, ¿alcanza con ser transparente
para salvarte? No lo sé, sí sé que muchos te salvarían siendo transparente y
nada más: no importa tu política socio-económica pero no engroses tu patrimonio
turbiamente, ni compres votos, ni cambies idolatría por el pancho y la coca; no
importa tu vocación pero trabaja dignamente; no importa tu doctrina filosófica
pero no falles a favor de los amigos; no importa tu metodología pero enseña por
amor a los demás; no importa tu entusiasmo y obediencia pero aprende por amor a
la verdad; no importa cómo vives pero CONvive; no importa a quién ames pero
ama.
El que no arriesga no gana, pero bancar un all
in a la honestidad conlleva tener que aguantar el desgano, el desánimo, la
desinteligencia, la falta de estética e incluso el desamor. ¿Somos capaces de ello? ¿Tan desangelados seremos? Sí. Algunos no califican como humanos. Otros no tienen la lucidez de los magos para ver más allá de su perímetro, a los lúcidos les
falta divinidad y los divinos fueron pocos. Es claro que no podemos ser
perfectos, es claro que no todos los parámetros están marcados, es claro no
podemos ser todos iguales. Todo es claro, salvo nosotros.
Vos, ¿firmarías un pacto a cambio de transparencia y nada más? "Es el amor la respuesta o sólo existe en tu cabeza, revolución de los corazones la frase linda para seguir". Yo si pudiera barajar y dar de nuevo firmaría por nuestra transparencia para así descubir cómo puede girar La Tierra sin odio, eso sí, con la condición de agregarle al pacto una cláusula: que no sea "y nada más", sino que ese más nos haga siempre capaces de un fluorescente azul como luz que bañe los sentidos porque "la verdad es que nadie vive sin amor".

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