miércoles, 23 de mayo de 2012

Crónica del show de Divididos en Salta - 12/5/2012


¡Decime qué viste en el cartel!


Ficha técnica.
Público: como 2 mil personas.
Duración: casi 2 horas y media; como 25 temas y muuuchas zapadas.
Nivel de minas: 8,25, aunque en el pogo bajaba un poco el promedio (cómo ha mejorado  la platea femenina rocker).
Antidopping: postitivo.
Cantidad de bengalas: 1 forro.
Se dijo arriba: “al que tiró el encendedor, gracias pero no fumamos, así que te lo podés meter en el orto”, Mollo al finalizar “Tanto anteojo”; “un mantecoso con dulce de cayote estaría bien, no?”, también Ricardo antes de “Mantecoso”; y “este tema va dedicado al mejor amigo, el que siempre está, sobre todo cuando volvés a casa a las 3 de la mañana … bue, a las 5 ó 6 jaja”, la voz de la Aplanadora antes de un gran blues como “El perro funk”.
Se dijo abajo: “cómo le doy a Mollo”, varias.
El hit: “Qué tal”, el más bolichero. Aunque “Par mil” y “Sisters” pegaron en el palo.



Con sorprendente puntualidad, rockera, (el show estaba anunciado para las 21.30 horas), cerca de las 22, y mientras lloviznaba en la ciudad, se apagaron las luces de un todavía incompleto Microestadio Delmi, y escépticos de que el recital fuera a comenzar escuchamos como sonaban los primeros acordes de “Paraguay”, justo cuando nos terminaban de cortar la entrada. Apurando la marcha entramos, con un deja vu de cuando La Renga tocó en Astros Mega Disco, en Jujuy, y se escuchó el doble bombo de tanque para abrir con "A tu lado", mientras terminábamos de pasar el cacheo … qué corrida metimos aquélla vez para llegar al pogo!

Fue una lástima que el sonido no estaba a punto, y la mejor voz argenta se perdía entre el power instrumental del trío, tal como pasó la última vez de Divididos en Salta, en 2006. Verdaderamente el sonidista acomodado a la izquierda del escenario cual tecladista pop, con mucha estética pero poca ortodoxia, no prometía que la cosa fuera a mejorar, sin embargo, y gracias a Dios (del rock), después de “Tanto anteojo” la cosa comenzó a mejorar contra todo pronóstico. Igualmente, créanme que algo de justo esto tiene. Salta no se merece los shows que recibe. No están preparados para hacerlo quienes los producen. No son buenos los lugares ni la organización que eligen (hasta Pappo sonó mal en ese “micro estadio”!). ¿Cómo puede ser que los nº 3 del rock nacional no hayan podido llenar esa “cajita (de zapatos) musical”?. 
La impuntualidad salteña no es rock, menos aun la apatía de los que estaban y el desinterés de los que entraban mientras sonaba, o por lo menos intentaba porque todavía seguían ajustando el sonido, “Elefantes en Europa”. “Las penas son de nosotros”, una más, qué mejor momento que el actual nacional para extasiar con su lírica y sentirnos del primer mundo intelectual!? “Sale un bolso y entra otro. Mundo de un amor curioso. Sentada está la pasión, juega el ñoqui de hoy, ¿dónde está el bondi de la humanidad?”.
Para describirles un poco a quienes no asistieron, además de la rareza del sonidista, la otra fue que Catriel tenía un acrílico a la derecha de su bata, y a la izquierda, y detrás de Diego, una fila de 3 parlantes, tal como reza Ricardo en “Mantecoso” (“siempre soñé con una pared de equipos al re palo, hasta hoy”). De frente, Catriel se llevaba toda la histeria femenina, aunque el 80% también le daba a Mollo.
Después del infaltable “Tanto anteojo”, cuarto tema de la noche, siguieron un par de Amapola, que dicho sea de paso me parece por lejos lo mejor de nuestro rock en los últimos 3 años. Fueron “Mantecoso” y un tema con riffs marca registrada de Divididos: “Buscando un ángel”, dos de los más power de este último CD. Ni así lograron excitar al público, ni los lookeados con remeras de “el narigón del siglo” metieron un coro! Así que imagínense que de pogo ni hablemos.
Esta vez lo voy a decir, me cansaron ciertos personajes que van creciendo en estos espectáculos y que deberían ser censurados de los mismos. Paso a explicar. A la entrada te encontrabas con una plaga de hippies mercenarios, pseudosocialistas y molestos, que de amor y paz no tenían nada. Ni siquiera los bailes con trapos que hacían garpaban. Estaban pasados de hongos medicinales e intentaban venderte a toda costa algo que no sé bien qué era, porque ni humo era, algo así como unos inciensos que no prendían ni a palos (menos si el encargado es un loquito que no podía sostenerse sobre su eje, ni menos tapar el viento y la lluvia con una mano y prender el encendedor y acertarle a la punta del “palito” con la otra), menos aún despedían algún tipo de aroma. A pesar que no había accedido, aunque le agradecí, sostuve ese invento hippie vanguardista (los de antes sí que eran artesanos) y como no le quise dar una moneda, me lo arrebató de mala gana. Se ve que el agua que empezaba a caer le incomodaba (deben ser varios días ya sin contacto con ella). Qué panchos los hippies sucios capitalistas mala onda, tiraron a la mierda toda la doctrina hippie, tenía ganas de que los juzgue la justicia hippie y los condene con alguna pena máxima para su cultura, onda baño de agua caliente con jabón, shampoo y acondicionador de pelo. Otros personajes son los campeones del mundo: gente desequilibrada emocional y mentalmente, encima con el suficiente alcohol en sangre como para desechar toda posibilidad de que el agua llegue al tanque, y claro, terminan cayendo desplomados antes que el show empiece, qué pelotudos! con lo que te costó la entrada, bobo! Lamentablemente uno no cayó antes de entrar, así que se la pasó gritando adentro, de espaldas al escenario obviamente, encima (pobre) justo al lado de un pibe que estaba solo, no sé bien con qué intención agitaba ni gritaba, ni a quién quería invocar. Lamentablemente creo que no lo cagaron a trompadas. Después están mis favoritos: el concheto/careta ¿del palo?, que clava look rocker chic, o chamise, o camiseta original de equipo de fútbol europeo (los más tranca), paga su entradita y se la pasa fumando entre amigos sin entender porqué la gente alucina mientras Mollo delira en un temita que se llama algo así como “Voodoo Chile” (al que Hendrix debería darlo en divina adopción de Richard, ya es suyo man!) Bestia, a esta altura de la vida y de la libertad te podés clavar un faso tranquilamente casi en cualquier lado! No jodas! Copate y doná esa guita de la entrada que te sobra a gente que necesite para comer, no me arruines la estética del show! Aparte, si sos del palo es IN donar boludo. Vos no sos rocker! Otra especie parecida, el pendejo banana en musculoca, que escuchó por primera vez rock después de Cromañón (seguramente “Una nueva noche fría” y pará de contar), se la pasa de un lado para otro, mayormente de espaldas al escenario, como buscando ticket de vaso para sacar la consumición. Papá, no estás en el cheboli! Están tocando próceres de nuestra cultura! Encima se copan para el pogo al final, pero hasta saltan mal! Loco tantas hormonas dando vueltas y con ganas de salir, andá a hacer las tareas o leete un libro en vez de mirar el “Cantando” si querés rebelarte contra el fuckin sistema!
No era pa’ que se asusten, sólo un poco de catarsis, porque también hay que destacar, por una parte, la abundante presencia de “viejitos” y familias, clásicos seguidores (supongo que desde Sumo), que acompañan y viven el show al palo; y por la otra, los rockers en general, que sin ser super fanas de la aplanadora, la respetan como emblema de lo mejor de nuestra música, y la disfrutan, como un amigo que se me acercó en un momento, campera de corderito en mano, y como premio a mi rara euforia por cantar desaforado todo amapola lejos del escenario me convidó un trago del fernet que acababa de comprar, no sin antes advertirme “está un poquito fuerte”, y pidiéndome enfáticamente “que tome tranquilo lo que quiera”. Sonaba “Buscando un ángel” y asintiendo con su cabeza me dijo “son grosos, eh”. Después desapareció en busca de otro fernet. Sí, son grossos!
La modorra del público se cortó con “Qué tal”, y … si no se cortaba ahí ¿cuándo, no? Lo corearon todos. Por ese entonces el sonido ya había dejado de faltarles el respeto, y la aplanadora comenzaba a patear cabezas. Sin embargo, como diría un amigo “siempre hay un gato que te tifonea la alegría”, no va que en pleno solo de bajo de Arnedo un pelotudo prendió una bengala cerca del escenario (y encima que la prendió mal, era muy berreta, puro humo). Qué sé yo … qué se puede decir de semejante zapato, se ve que no entiende la vida (en general) este forro. La bengala no es rock, ni es Divididos, más claro te lo dijo Mollo, después de bardearte por lo forro que fuiste de cortar semejante momento (ves que no entendés nada) “te equivocaste de recital”, “eso pertenece a otra cultura”, Diego fue más tajante “una más y nos vamos a la mierda”, mientras la gente se rompía la mano aplaudiendo. Qué carajos aplauden! Le están dando entidad a este forro que no entiende nada de nada, ni lo que están tocando. No se dan cuenta que encima de que no sumó en los primeros temas cagó el mejor momento de lo que iba de la noche, cuando empezaba a explotar el micro delmi?! Había que ir a cagarlo a piñas, cortar un tema en vivo en la parte del solo es cortar un placer (del que fuere) en su momento de máximo éxtasis. Al margen de la psicosis post Cromañón, forro de mierda qué te la das de rocker?! si sos tan rocker que no te das cuenta que no garpa la bengala?! Sí, daba para aplaudir, para aplaudirle la cara a este bobo.
A pesar de que nos cortó el mambo, el show continuó.
El agite que activó “Qué tal” siguió, o quizás obligó, con o a más clásicos, entre ellos un infaltable y potente ‘dale’ “Azulejo”, seguido de “Sisters” a luz prendida (cuánta psicodelia, hermana), en el que Mollo punteaba mientras cantaba en inglés, una joya, de lo mejor que me tocó escuchar en vivo acá (cuac). 
Antes del set folclórico, “Par mil” volvió a enchufar a propios y ajenos en el show, casi un preludio de lo que se venía. Después de un preámbulo en el que Mollo contó que en 2000 conocieron a Ricardo Vilca en la Quebrada, y que hoy los acompañan además todos sus músicos, ingresaron éstos recibidos por un cariñosos aplauso Ricardo y sus muchachos para ser parte de la aplanadora del alma! porque pelaron la versión más sentida de “Guanuqueando”, con Arnedo en el bombo, que cualquier folclorista hubiese imaginado, momento de alucinación total. Qué pedazo de versión por Dios, cómo no imaginarse por los cerros de la quebrada. Abusando de confianza, tengo que decir que esperaba “La flor azul”, que a mi entender faltó en esa parte.
Promediando el show, merece un párrafo aparte el segundo capítulo de la historia entre Chaca y Divididos, y dejo para que uds. averigüen cuál fue el primer capítulo. Soy un convencido de que por alguna razón importante, sumada a la convicción, hay personas que eligen recorrer los caminos más difíciles de la forma más valerosa y con el corazón como guía, por ello en alguna parte esos caminos se entrecruzan y dan lugar a que el encuentro sea sublime.
Esta es la historia de Emilio Cavana, a quien conocí por amigos en común y con quien compartí salidas, partidos, reuniones, eventos, zapadas. Chaca vivía en Buenos Aires y jugaba de 9 en las inferiores de Boca. Por trabajo de su padre le tocó venir al norte cuando era adolescente. Le detectaron un problema grave en uno de sus pies, lo que lo obligó a empezar a usar muletas, le dijeron que deje de jugar al fútbol, andar en moto, tocar la bata. Sin embargo, su coraje y su verdadera rebeldía pudieron más. Eligió que le amputaran la pierna (casi a la altura de la rodilla) a privarse de los placeres más grande que le da la vida en aras de una improbable mejora. 
Son innumerables las anécdotas que dejó ya Chaca, pero me voy a centrar sólo en ésta. Fue así que después de “Amapola del 66”, Mollo clavó su mirada a la derecha del escenario mientras decía “pásenla”, ahí fue cuando al intentar descubirr qué estaba ocurriendo me topé con un eufórico Chaca, trepado en los hombros de un amigo, agitando con su brazo derecho su bota ortopédica. Un espectáculo. Las risas cómplices se mezclaban con las caras de asombro de la gente. Las luces se encendieron (qué más señal que ésa) y de mano en mano la bota llegó a Richard, quien luego de simular servirse un vino patero en ella dijo “vamos a beber del cáliz” y empinando la bota emuló un fondo blanco. El momento de alegría era supremo, hasta el más complicado no pudo resistirse. Luego Mollo invitó a Arnedo a beber del “cáliz”. Por último, cada uno de los Divididos tomó un fibrón y autografió la bota, y Ricardo luego de amagar con dejarla a un costado de la bata, la regresó al campo. Llegó a Chaca, que seguía arriba de todos, y éste la levantó como un trofeo que hasta ablandó la cara de Mollo, la que delataba una felicidad tan sincera, que se podía ver desde Hurlingham (felicidad que pocas veces vi en los que están del otro lado). A todo esto los amigos de Chaca coreaban “que suba el Chaca la puta que lo parió” (si Mollo hubiese sabido que la rompe y lo dejaba subir, ¡mamita! había que terminar todo ahí). A más de uno se nos piantó un lagrimón.
Después de semejante momento, la ovación estremecedora y el hit a todo motor “escuchenlo, escuchenlo, escuchenlo, la aplanadora del rocanrol es Divididos la puta que lo parió”. Chaca levantó a un estadio de su letargo. Chaca nos enseñó que los sueños que se persiguen llegan. Esa noche nació el mito de la bota de Chaca, para el rock nacional.
Después de “Amapola”, y con “Amapola”, llegó la parte más conceptual del último disco: "Senderos", mi preferido, seguido por un “susurrado” "Jujuy" (aunque nadie se haya dado cuenta y quizás por eso no hubo desaprobación). Si bien Ricardo chamulló con que “el NOA es lugar más lindo del planeta”, todos sabemos que se refería al ‘NOA ancestral’ (ése al que le canta en Amapola), y yo copo la parada de Ricardo: la Quebrada no tiene competencia, nuestros valles no elevan el alma a semejante altura (por lo menos la mía). Y si bien se encargó de decir que “Amapola del 66” es un “volver a los 60, a poner la pua en el disco”, yo creo que el concepto del último disco va más por el lado de las amapolas que crecen al costado de la ruta 66, en Jujuy. Es imposible escuchar Amapola y no teletransportarse a Tilcara, Purmamarca, y tantos lugares y momentos más.
Para el final, una ametralladora de clásicos pogueros, incluido justamente “El 38”, aunque la lista ya había comenzado con “Sucio y desprolijo” (otro tema en el que la aplanadora merece la bendición divina del carpo por apropiárselo con tanto power), y rock and roll de “Rasputín”. El agite del oeste continuó al ritmo de “Ala delta”, previo amague de “Cielito lindo”, que terminó siendo alta zapada. Aunque en realidad el show entero fue alta zapada! Así terminaba el set list aplanador con un par de clásicos de Sumo al palo, con pogo rockero, pieles de gallina, oídos exultantes, gargantas afónicas y corazones contentos: “El ojo blindado” y “Next week” más una nueva zapada entre Catriel y Arnedo, en la que ya nadie se explicaba como aquel le pegaba tan fuerte y bien a los platos, que los hacía tambalear de lado a lado sin que el pie se moviera.
Cierro con lo que improvisó Mollo en “Hey Jude” (enganchada después de Rasputín como siempre), “la la lara la la, lara la la, SALUD!”




1 comentario:

  1. Note que te influencio mucho el publico rocker salteño, el publico "cabeza", por mi parte disfrute el show sin afectarme mucho el comportamiento del resto de la gente, pero si tu critica al publico lo note como hasta una critica social.

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